En la carrera por el desarrollo de procesos industriales sin impacto ambiental, la ingeniería bioquímica y de bioprocesos cumple un papel determinante. En Chile, la Escuela de Ingeniería Bioquímica de la PUCV se han abanderado en esa competencia por la innovación responsable, marcando la ruta hacia la economía circular para un desarrollo sustentable.
Actualmente, cada vez cobra mayor relevancia el indicador de impacto ambiental para definir el compromiso social y ambiental de las empresas e industrias. Para ello, la disciplina de la Ingeniería Bioquímica ha dado numerosos hallazgos y soluciones que han permitido sustituir procesos químicos altamente contaminantes, por formas de producción de baja o nula huella ambiental.
Durante los años recientes, el campo de la Ingeniería Bioquímica y de Bioprocesos ha tenido un impulso importante, gracias a los protocolos internacionales de protección ambiental firmados por Chile. Esto ha permitido introducir los avances e innovaciones en el ámbito industrial, motivando también a las empresas a duplicar sus esfuerzos de optimización.
Pero, ¿en qué aporta la Ingeniería Bioquímica?
Como disciplina, la Ingeniería Bioquímica y de Bioprocesos estudia las bases moleculares y los procesos químicos de los sistemas biológicos (células, tejidos, órganos, etc), y como ingeniería, transforma este material biológico para que conduzca a la generación de productos de interés social y comercial, a través de la bioconversión.
Sus aplicaciones abarcan una amplia gama de industrias, lo que significa que la ingeniería bioquímica incide en casi todos los ámbitos de la vida humana. Sus avances son capaces de contribuir al área de los alimentos, energía, industria y medioambiente. Y con ello, vemos sus efectos en el rubro farmacéutico, agroindustrial, alimentos y de manufactura.
NO BASTA CON PRODUCIR: INNOVAR PARA EL DESARROLLO SUSTENTABLE
Y es que no sólo se ha enfocado en la solución de problemas, como el tratamiento de las aguas residuales, sino que camina constantemente en dirección al mejoramiento de diversos procedimientos vigentes, como, por ejemplo, aquellos proyectos orientados a la economía circular mediante el aprovechamiento de desechos.
Este es el paso más avanzado al que aspiran las industrias: ya no sólo disponer de manera responsable de sus residuos, sino encontrarles un uso para incorporarlos a la cadena productiva, rentabilizándolos y eliminando así el desperdicio.
“Cómo compatibilizar el desarrollo con el cuidado del medioambiente, es uno de los retos que afronta la disciplina”, asegura el Dr. Andrés Illanes, quien es Profesor Emérito de la PUCV, investigador y uno de los precursores de la Escuela de Ingeniería Bioquímica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
El profesor de la EIB explica algunos ejemplos de economía circular: “En la industria de los alimentos funcionales, podemos encontrar la producción de productos prebióticos elaborados a partir de los residuos de la industria láctea”.
“También se puede observar en procesos de gran alcance que utilizan sistemas biológicos capaces de consumir CO2 para generar subproductos y así eliminarlo de la atmósfera”, señala el Dr. Illanes.
“En Chile, dos de los aportes de la EIB a destacar son los logrados en el procesamiento secundario de las aguas residuales, el cual utiliza microorganismos para eliminar materia orgánica, y también los avances desarrollados a través de la biohidrometalurgia en la industria del cobre”, agrega el profesor.
SEGUNDA REVOLUCIÓN VERDE
En palabras del Dr. Illanes, se dice que estamos en una segunda revolución verde, que estará basada primordialmente en la Ingeniería Bioquímica y de Bioprocesos. “Se busca el desarrollo de especies animales y vegetales que sean más eficientes como unidades de producción”.
Es justamente esa eficiencia la que permitiría refinar los procesos industriales asociados a la actividad humana para preservar los recursos naturales y proteger el medio ambiente. Con este objetivo en mira, el mayor reto a nivel nacional y global que afronta la disciplina, se concentra hoy en día en la búsqueda de energías limpias, en el procesamiento del CO2 y el manejo de residuos.
El llamado es a la innovación responsable y a la investigación, dos valores primordiales para una disciplina en cuyos hombros descansa parte de la esperanza por un futuro sustentable.